Antonio José de Sucre y Alcalá fue un líder independentista venezolano y libertador de Quito, Ecuador, que creía que el pueblo latinoamericano tenía los medios y la capacidad para cosechar plenamente los beneficios de sus inmensos recursos naturales. Esta visión de la independencia se libró una vez en un campo de batalla, pero se perdió cuando fue asesinado cuando se dirigía a una delegación. Desde entonces su recuerdo ha perdurado a través de numerosos monumentos e incluso de billetes del tesoro del país. El último país en utilizar el billete, el Sucre, fue Ecuador antes de que se dolarizara en 1999.

​

La iniciativa Xucre se originó a partir de una ley en California que no se aplica en América Latina pero pesaba en nuestras mentes. En un recuento de empleados específico, se exige que la empresa proporcione un plan de jubilación 401k. Cuando alcanzamos ese tamaño a través de nuestras operaciones, nos dimos cuenta de que no existía ninguna disposición, además del sistema público de pensiones al que ya pagamos, para asignar fondos para los empleados fácilmente desde una perspectiva regional. Decidimos que, para ser justos con todos nuestros empleados, si EE. UU. recibe un plan 401k, buscaríamos un plan de ahorro para la jubilación para nuestros equipos en el extranjero. Operar en varios países significa que la empresa tendría que contratar a varios grupos externos para administrar los fondos y, en algunos países, es posible que solo hayamos contratado a unas pocas personas. Se necesitaba un enfoque regional para la planificación de la jubilación, por lo que analizamos las opciones y decidimos que ninguna era apropiada, pero nos interesó la idea de la financiación distribuida.

​

Al mismo tiempo, durante un seminario en Stanford GSB, un colega compartió su experiencia de su pequeña empresa de prestar a los molinos de plantaciones para pagar a los pequeños agricultores a tiempo mientras esperaba el pago del producto agrícola ya comprado de los EE. UU. al recibir los bienes. Con la pandemia, esos tiempos de espera se alargaron y causaron dificultades innecesarias para los agricultores locales. Desafortunadamente, existían pocos sistemas de crédito formales para los pequeños agricultores. Vimos una oportunidad de unir dos necesidades en el mercado, una para ahorros para la jubilación de calidad accesibles a nivel regional y la otra con soluciones financieras basadas en ingresos a corto plazo para pequeñas empresas en la región.